jueves, 9 de abril de 2020

Bolívar humano

Ver a Simón Bolívar como hombre común, de carne y hueso, un hombre que le toco vivir una época, el cual ha sido mitificado, a un grado tal que ya no le conocemos, es un desafío. Su imagen ha sido deformada, sobre todo por los integrantes de las naciones llamadas bolivarianas, aquellas que surgen del parto de su espada, quienes fabrican una figura en la cual se confunde la perspectiva entre el Bolívar real o el mítico. Esta fabulación sobre el Libertador puede asociarse a un complejo de culpa de los descendientes de quienes en las postrimerías de su vida lo trataron como indeseable anteponiendo sus intereses personales a los de la idea de La Gran Colombia. Sus compañeros en la gesta independentista lo abandonan... Sucre, su predilecto, en quien tiene cifradas todas sus esperanzas, cae en Berruecos, abatido ante la bala asesina... Páez y Santander, entre muchos, presas de ambiciones personales se transforman en sus perseguidores inclementes, se le obliga a asumir un papel de dictador, que no deseaba.

Dentro de esa Gran Colombia, que de su pensamiento se forma, se le declara reo de la "justicia"... Y termina proscrito... Perseguido y abatido por el desengaño nos dice: "he arado en el mar", son las palabras con las que resume su pesadumbre... , y él que soñó como una sola nación grande y poderosa observa como su sueño de desmorona ante sus ojos y ya casi al final de su existencia declara con tristeza: "...Yo estoy viejo, enfermo, cansado, desengañado, hostigado, calumniado y mal pagado. Yo no pido por recompensa más que el reposo y la conservación de mi honor; por desgracia es lo que no consigo (...) Por la libertad de mi patria he abandonado los blasones de una distinguida nobleza, me he visto privado de las delicias de una grande fortuna; he expuesto mi existencia por salvar la vida de mis conciudadanos; todas mis pasiones las he sacrificado a la salud pública y únicamente he conservado las que pueden contribuir a la destrucción de nuestros enemigos". Se prepara de nuevo, con su retirada, a dar una nueva batalla... pero al final, en una cruel ironía del destino, la muerte lo alcanza en plena huida... buscaba salir de aquellas tierras americanas que su espada libertó para comenzar su lucha contra la miseria.
Muere Bolívar desencantado y en bancarrota e insólitamente. Su mortaja final, para vergüenza de las futuras generaciones, incluyó una camisa prestada. Ni aún siquiera después de su muerte encuentra reposo. Y hoy desde el pedestal, en que su epopeya lo ha colocado, de poder hacerlo, observaría con horror lo que en su nombre se hace en ésta, su América: cada día más dividida, cada día más pobre, cada día más débil...

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